Desde ya hace mucho tiempo, la evolución de la cocina se ha desarrollado en torno al fuego. Y de hecho, fuego y cocina han sido siempre conceptos casi sinónimos. Se han investigado muchas zonas donde se han encontrado diferentes estructuras de fuego.
Estas estructuras reflejan diferentes funciones sociales en los hogares neandertales descubiertos, como las cuevas de más de 50.000 años.

Hace unos 5.000 años, los egipcios y babilonios introdujeron un nuevo concepto: la cocción en el horno de piedra. Esta cocción que permitía que los alimentos se cocinaran, de forma homogénea, tanto por arriba como por abajo.
Todo continuó en parámetros similares hasta prácticamente la revolución industrial. A finales del siglo XVIII nació la popular “cocina económica”, de hierro fundido, que se alimentaba con leña o carbón. Una superficie de cocción superior permitía hacer simultáneamente varias elaboraciones, y al mismo tiempo incorporaba por primera vez el horno de cocina.

En 1802, en un intento de popularizar la cocina, el inventor Frederic Albert Winson presentó la primera elaboración gastronómica preparada con una cocina de gas. Quiso ilustrar las posibilidades que ofrecía una cocina de ese tipo, como por ejemplo la facilidad en el encendido y apagado, al igual que las mejoras en higiene. Pero las ineficiencias y riesgos no permitieron que se popularizara hasta mediados del siglo XIX, siendo actualmente una de las fuentes de energía más utilizadas en las cocinas tanto profesionales como domésticas.
Más adelante, con la aparición de la electricidad, también se visualizó como una posible aplicación para la generación de calor. En 1890 nacieron los primeros fogones eléctricos, equipados con termostatos. Estos aparatos rudimentarios, regulaban mal la aplicación del calor y provocaron un cierto desánimo al producirse problemas en la cocción: los alimentos se quedaban crudos o se quemaban. Aún quedaba esperar.

El horno eléctrico se presentó en el siglo XX en la Exposición Universal de París, pero nuevamente, la falta de control eficiente hizo que hasta 1935 no se comercializaran hornos con un cierto control térmico.

LA TECNOLOGÍA DE COCCIÓN POR INDUCCIÓN: LA PERFECCIÓN FUTURA DEL CONTROL DE TEMPERATURA Y TIEMPO.

Las primeras pruebas en cocina de inducción se pueden situar hacia la mitad del siglo XX, cuando General Motors hizo algunas demostraciones con calentamientos de agua colocando un papel entre el recipiente y la inicial placa de inducción, pero todo quedó como una anécdota.

En 1971, en una convención en Houston, Westinghouse presentó un producto para uso doméstico, y en consecuencia, se empezaron a producir las primeras placas de consumo para las casas. El precio era muy elevado y eso marcó la corta expansión del producto. En 1979, aparecieron en Europa las placas de inducción a nivel doméstico. Fue en Francia donde la empresa Scholtes presentó una placa basada en la actividad del campo magnético, que permitía un control de la intensidad de calor.

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