Hay un gesto en concreto se repite sistemáticamente en la mayoría de los negocios: los trabajadores ponen una cantidad de ingredientes en contenedores antes de añadirlo a la elaboración final (al sándwich, la pizza, etc.). Con este simple gesto, se mide la cantidad que deben servir en cada porción, estableciendo así el coste fijo por plato o ración.
Pongamos un ejemplo para ver la gran diferencia que suponen las proporciones en los gastos: Un local en el cuál el coste del champiñón del sándwich debe ser de 0,25€ y otro local, en el cual el coste es de 0,21€. Este margen de 0,04€ parece poco, pero si esto lo multiplicamos, por ejemplo, por 600 servicios de sándwich al día, ya sería una diferencia de gastos de 24€, multiplicado por el servicio aproximado de un año, da cómo resultado una diferencia de 8.760€ sólo en champiñones.
¿Y si aplicásemos el mismo cálculo al resto de ingredientes que lleva el sándwich? ¿Qué cantidad de ahorro tendríamos al día? ¿A la semana? ¿Al mes? ¿Y al año?
Los principales utensilios que proponemos para el control de porciones:
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